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Diario de un isleño. Parte 6

Foto del escritor: paupujol5paupujol5

04 de abril 2020

La

vida sigue: el ciclo, sí, fluye a pesar de todo. A pesar de lo bueno y de lo malo, a pesar de la histeria y de la calma. La vida, eso es, sigue indefectiblemente su curso, al margen de tantas cosas que, paradójicamente, le son indispensables: al margen de todo el aire que ahora, en este incapturable instante,  sopla en el mundo, de todas las olas del mar, de todas las montañas y de todos lo ríos… Qué gran tristeza encierra cualquier revelación. Nada es imprescindible, tal vez-si se me permite formular una estéril norma con una improbable excepción- solo el cariño y la bondad. Con cariño, por ejemplo, he visto renacer lo moribundo, y con bondad, sin duda, amansar espíritus exaltados. El resto, opino yo, es superfluo. Nos hemos convertido en lo que no somos, o mejor dicho, en lo que jamás deberíamos haber sido. Nos hemos desnaturalizado, hemos perdido, a base de kilos de marcas y litros de perfume, nuestra primigenia sonrisa, aquella que, al contemplarla en el prójimo, nos recordaba a nosotros mismos. Ahora es al contrario, vemos en los demás una sombra incierta. La sospecha de que un intruso ha invadido nuestra piel. No son estos, los nuestros, tiempos sólidos. Por ellos ruedan las horas inusitadamente, entre bostezos y miradas al cielo. Ponemos los brazos en jarra, como si fuésemos el más fiel reflejo escultórico del siglo XXI, y nos preguntamos qué podría hacerse al respecto, qué podría hacerse para que algo, ni que fuese en términos moleculares, llegase algún día a cambiar. Somos un desierto subiendo una montaña rusa. Y si nada lo impide, en el descenso lo vamos a lamentar. Nos falta origen. ¿Pero qué función podría tener el origen en la sociedad del olvido? Ninguna. Sin embargo nos falta origen, volver la mirada, no ya a un pasado remoto, sino simplemente a nuestra infancia, a aquella época en que la ingenuidad era la cura y la imaginación la esperanza. Algunos creen que  regresar es igual a perder, cuando a menudo es lo contrario, un triunfo, la única salida sensata frente a un horizote espectral. Porque los fantasmas habitan en el futuro -por ello nos asusta tanto- De modo que, bondad y cariño. Y lo demás… ¡a convertilo en cenizas!

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